24 de agosto de 2015

Capitulo 8 The Iron Traitor (Español)

CAPÍTULO OCHO: EL HOMBRE DELGADO


Traducido  por: Vale A
Publicado por: Ary Winter


Fruncí el ceño ante el colchón, preguntándome donde el hada de verano podría haber ido. Cuando la dejé esa mañana, se había acurrucado en mis almohadas mientras pétalos y hojas brotan alrededor de ella hasta el marco de la cama. Preocupado de que ella podría aburrirse, (ya que las hadas aburridas era igual a desastre), había reunido una gran pila de libros al azar, revistas y novelas alrededor de la casa, a escondiéndolas de mis padres en mi habitación para ella. Antes de salir a la escuela, también me ofrecí a dejar películas en mi ordenador portátil, pero se habían estremecido ante esa idea y negado con la cabeza. Sin embargo, cuando ella tímidamente preguntó si el extraño dispositivo de metal podría desempeñar cualquier tipo de música y había encontrado una emisora de música clásica y lo deje allí, rezando que mis padres no lo apagaran. La cama estaba vacía ahora, un libro de bolsillo estaba olvidado en mi almohada. La estación de música todavía canturreaba en voz baja... -Annwyl.- llame de nuevo, preguntándome, absurda mente, si debía comprobar el armario o debajo de la cama. -¿Dónde estás?-Todavía nada. La calidez y sutil aroma que llenaba mi habitación cuando Annwyl estaba presente también se había ido. De pronto recordé las palabras de la hada sobre el Fade,y un dolor agudo se apoderó de mi estómago. ¿Había.... sólo ... desaparecido? ¿Dejó de existir? Mi intestino se retorció aún más. ¿Que haría Keirran al respecto? ¿Qué haría si se enterara? Desesperado ahora por encontrarla, busqué el resto de la casa, pero ella no estaba en la sala de estar, cocina, baños, sótano o sala de estudio, y definitivamente no iba a irrumpir en la habitación de mis padres en este momento. Con la esperanza de que ella no se hubiera olvidado del peligro e ido fuera, fui a la puerta de atrás para buscar en el patio a la hada desaparecida. Tiré de la puerta abierta y me congele.Una figura delgada, pálida se puso a unas yardas de distancia, en lo alto de la valla de privacidad de madera que rodea la parcela, recortada contra el cielo nocturno. Se puso de pie, de perfil, por lo que me miró de lado, y un gran ojo pálido me miró, desde una cara estrecha. Mi corazón casi se detiene tan pronto como lo vi, se volvió, como si fuera a decirme algo y desapareció. Salté, sorprendido e incrédulo. Con la excepción de un gato gris desagradable, nunca había visto a ninguna hada simplemente desaparecer delante de mí. -Oh, espera un segundo.- vino una voz clara y alta, de la nada. -Siempre me olvido. Un momento, Ethan Chase. -El hombre delgado se volvió, una vez más, visible, y me di cuenta que no había desaparecido del todo, sólo se había hecho muy, muy delgado. Al igual que el borde de un papel fino. Así de delgado se podía ver sólo cuando se volvía de lado. Me preguntaba cómo diablos podía ponerse de pie recto, y mucho menos a pie, si él era básicamente del ancho de una hoja de papel. Luego recordé que él era un hada, y que las cosas nunca tenían sentido con las hadas.-Buenas noches.-dijo el hombre, sonriente y mirándome desde la esquina de su ojo. -Encantadora noche, ¿no es así? Cerré la puerta detrás de mí, pero no me metí en el patio, mirando a el hada desde el escalón más alto. Los encantamientos podrían mantenerlo a raya por ahora, pero si de alguna manera se rompían y venia a por mí... debería tener el tiempo suficiente para llegar a mi habitación y agarrar mis espadas. -¿Qué quieres?- Le pregunté. -¿Es esa la manera de saludar a un invitado?- Preguntó el hada, juntando las manos pálidas en frente de él. -He llegado muy lejos para encontrarte, Ethan Chase.-se quitó el sombrero y jugó con en sus largos dedos de araña. -Tengo un problema, Ethan Chase,- dijo, mirando hacia abajo a sus manos, ahora quietas. -Tenía la esperanza de que pudieras arreglarlo por mí. -¿Y qué es? -Bueno, verás ...-El hada volvió a juguetear con su sombrero. -Hace mucho tiempo, cometí un error. Un error muy costoso, que está teniendo un impacto en nuestros dos mundos en este momento. ¿Estás familiarizado con el Fade, Ethan Chase? Es lo que ocurre con aquellos de nosotros que, o bien hemos sido separados de Nunca Jamás o hemos sido olvidadas por tanto tiempo, que nos olvidamos de nuestros propios nombres. -Ya sé lo que es. -Chico listo. Pensé que ya podrías saber. -El hada sonrió, mostrando una hilera de dientes finos y afilados. -Bueno, escucha bien a mi historia. En los confines del Between, el velo entre el reino de los mortales y de Nunca Jamás, se encuentra un pueblo. Y en ese pueblo habitan las criaturas que el mundo ya ha olvidado. Es su última morada, su refugio para pasar pacíficamente en la no existencia. Yo era el cuidador, Ethan Chase. El alcalde, por decirlo así. Era mi deber que todos los que fueran por el Fade estuvieran cómodos, y para ayudar a aliviar en el olvido, por el tiempo que les tomara. -Suena bastante horrible.- comenté. Él no me hizo caso.-Pero entonces, hace varios años, algo llegó a través de mi ciudad que nunca debería haber llegado allí, y se llevaron algo que debería haberse quedado allí para siempre. Y eso despertó una larga oscuridad dormida. Una oscuridad que nunca tuvo la intención de moverse. Y ahora ella está en el mundo de nuevo, y las cosas que casi se había desvanecido están regresando. -La mirada del hombre delgado agudizó aún más. -Lo que es peor, a causa de mi error, algo que nació en Faery y que nunca debería haberse ido. Un catalizador con el poder de cambiar todo. -Entonces, ¿qué tiene eso que ver conmigo?-Le pregunté. Parpadeó con su gran ojo pálido. -Se trata de que las cosas más pequeñas a menudo son los más importantes, Ethan Chase.- dijo. -Las piedras angulares derribaran toda la torre. La profecía no puede llegar a pasar sin él, y te quitará tu razón para luchar, la llama que lo mantiene vivo parpadeará y morirá. El Olvidó se desvanecerá de nuevo en el profundo Wyld, una vez más, y todo será como debe ser. -¿Profecía? -Sentí frío. De repente, las advertencias de Meghan, las propias palabras de Keirran de que todo el mundo sabía algo que él no, ahora tenía mucho más sentido. -¿Cuál profecía?-dije con voz áspera, y El me miró con sorpresa. -¿No lo sabes? Sin duda, la Reina de Hierro te habría dicho. -Hizo una pausa y luego, como si acabara de averiguar algo dijo: -Ahhhh.-respiró, asintiendo. -No, ella no lo haría. Por supuesto que no lo haría, no algo como esto. -¿Qué?- Le espete. -¿Qué no me han dicho? ¿Qué están guardando de los dos? El hada juntó sus largos dedos. -Te diré, Ethan Chase. Te puedo decir la profecía, y tu parte en ella, pero por un precio. Maldita sea. Debería haber visto esto venir. Mi instintiva reacción fue rechazarlo. Esta es mi regla número uno: Nunca hacer un pacto con el fey, bajo ninguna circunstancia. Pero esta profecía sonaba mal. Y mucho más grande de lo que había imaginado. -¿Qué precio?- Le pregunté con cautela. El hombre delgado sonrió.-Una cosa pequeña. Simplemente quita las sales que has puesto y me permite me recoger lo que he venido a buscar. Te dejare en paz después de eso. Retire las sales. Deje que un hada entrara a la casa. ¿Por qué iba a querer...Espera. Él estaba hablando de Keirran. El catalizador, el poder que podría cambiarlo todo, era Keirran. Y la razón de Keirran para luchar era... -Annwyl.- supuse, con ira, horror y la comprensión barrio a través de mí. -Estás aquí por Annwyl. -La chica de verano ya se está desvaneciendo.-dijo el hombre delgado con paciencia. -Su final ha comenzado. Y no se puede detener. Él no puede detenerlo. Esta loca búsqueda, su determinación para detener el Fade, para los exiliados y los olvidados, debe cesar. No se puede luchar contra lo inevitable. Una vez que ella se haya ido, la chispa del Príncipe de hierro va a morir, y él va a olvidar por qué quería salvar a los exiliados en el primer lugar. -Lo vas a sacar de si tan mal que va a hacer algo realmente estúpido. -Ese es un riesgo que estoy dispuesto a tomar. -Bueno, yo no.- Di un paso atrás, poniendo una mano en el picaporte. -Y estoy seguro de que Annwyl no quiere ir con usted. Así que vete lejos. No eres bienvenido en mi casa, y mas vale que no te vea cerca de Annwyl o de mi familia. El hombre delgado dio un profundo suspiro. -Niño tonto. Muy bien. Retrasa lo inevitable por un tiempo más largo, si lo deseas. Pero la chica se desvanecerá, y hasta ese momento, voy a asegurarme de que nunca vea a el Príncipe de Hierro de nuevo.-Con eso, se dio la vuelta para mirarme de frente... y desapareció. Haciendo una nota mental para fortalecer el infierno de las sales más tarde, me apresuré a regresar a mi habitación.-¿Annwyl?- Le llame de nuevo, abriendo la puerta. -¿Estás aquí?-Ella levantó la vista de la cama, con los ojos de musgo verde amplia y asustada. Aliviado, cerré la puerta, cerrándola detrás de mí por si acaso. -¿Él estaba aquí, ¿no?- Susurró. -El Hombre Delgado. Podía sentirlo, como un vacío, chupándome desde lejos. -¿Dónde estabas tú?- Le pregunté. -¿No me oíste busca dote antes? El hada parpadeó, confundida. -Yo ... yo nunca salí de la habitación,-dijo ella. -Estuve aquí todo el día. O estaba, hasta que ... -Echó un vistazo al libro, olvidado en la almohada, y su rostro palideció. -Yo no estaba aquí-, susurró, el horror arrastrándose sobre ella. -Yo ... me desvanecí durante unos minutos.-Ella podría haber sido fey, y podría haber sido la novia de Keirran, pero en ese momento se parecía más a una niña asustada que a un antiguo sidhe verano. -Mira, vamos a resolver esto.- le prometí. -De una manera u otra. Una vez que encontramos Keirran, vamos a tratar de encontrar una cura para esto. Ella me dio una sonrisa temblorosa. -No,- susurró ella, sacudiendo la cabeza. -Estoy agradecida, Ethan Chase. Pero no existe una cura. No hay esperanza. Sólo estoy luchando contra lo inevitable.- Sus palabras tenían algo inquietante mente familiar en ellas, al igual que la conversación que acababa de tener con el hombre delgado. -No se puede renunciar.-le dije. -Keirran está ahí fuera luchando por ti. Él no querría que te rindieras y los dejaras ganar. -Keirran...- Annwyl cerró los ojos. -Esto está mal-, murmuró. -Él no debería estar tratando de salvarme. No después de...-Hizo una pausa, mordiéndose el labio, y frunció el ceño. -¿No después de qué? -No después de que ya ha hecho mucho.- terminó, y yo sabía que estaba mintiendo. Bueno, no mintiendo, ya que, técnicamente, los fey no pueden decir mentiras. Pero habían mil maneras de doblar y danzar alrededor de la verdad, y ellos eran expertos en eso. Esa era una de las cosas clave que les hacia tan peligrosos. -¿Por qué está haciendo esto?- Continuó Annwyl. -Él sabe que no hay forma de detener el Fade. -Él te ama.- le dije, encogiéndome de hombros. -El amor puede obligarnos a hacer cosas estúpidas a veces. -Mi existencia está casi acabada.- Annwyl cogió el libro y lo sostuvo en su regazo, mirando hacia abajo, hacia la cubierta. -No hay nada que pueda hacer para detenerlo. Pero quiero ver Keirran antes de que me haya ido. Antes de que se cumpla completamente el Fade, quiero asegurarme de que Keirran este seguro, que no va a atraparse a sí mismo atado a un contrato del que se arrepentirá para siempre. -Lo encontraremos.- le dije. -Mañana. Nos dirigiremos a Nueva Orleans, averiguaremos donde se celebra el mercado duende y lo buscaremos allí. Y si él no está allí, sólo tendremos que seguir buscando hasta que sepamos dónde se esconde. -Alguien tenía que saber algo sobre el paradero del Príncipe de hierro, incluso si el precio de dicha información sea probablemente muy alta. Ella me dio una leve sonrisa. -Es más fácil... contigo alrededor, Ethan Chase.-murmuró ella, haciéndome fruncir el ceño con confusión. -Tu creencia en nosotros es muy fuerte. Tus emociones son muy poderosos. Creo que podre resistir al Fade, al menos hasta que vea a Keirran de nuevo, si tú estás conmigo. ¿Y entonces que? Me pregunté. ¿Qué se supone que debemos hacer después de que dejes de existir? ¿Crees que podrías convencer a Keirran de simplemente dejarte ir? Colapso en mi silla de computadora y miré fijamente a la pantalla, con la mente en varios lugares a la vez. Traté de concentrarme. Encontrar a Keirran. Eso es lo primero. De todas las otras cosas puedo preocuparme más tarde. Ubique los problemas de Annwyl, Meghan y del hombre delgado después del Príncipe de Reino de Hierro. Y me di un golpe en la parte posterior de la cabeza en donde todos los otros problemas estaban. "La profecía no puede llegar a pasar sin ti" la cena de los acusados había dicho, haciendo que un escalofrío se arrastrara por mi columna vertebral. Genial, una cosa más por la que volverme loco. ¿Qué tipo de profecía? ¿En que me implica? ¿Annwyl? ¿Kenzie? ¿Que eventos se desarrollarían alrededor de Keirran? De repente me sentí como Glinda la Buena; ¿es una buena profecía, o una mala profecía? ¿Podría ser evitada si me quedo lejos de él, o eso sería simplemente para asegurarse de que pasara? Fuera lo que fuese que tuviera que pasar. ¡Argh! Me froté mis manos por mi cara. Esto era algo grande. Una cosa era cierta, sin embargo: tenía aún más motivos para encontrar Keirran y preguntarle qué demonios estaba pasando. O al menos advertirle acerca de esta cosa de la profecía. Si tuviera que ver con los dos, tal vez podríamos averiguarlo juntos. -¿Ethan Chase?-Miré hacia atrás, a Annwyl. Se sentó en la cama con las rodillas contra su pecho y sus brazos envuelto alrededor de ellas, el pelo largo derramándose sobre sus hombros. Sus ojos eran solemnes cuando se encontraron con mi mirada.-Si desaparezco... antes de que encontremos a Keirran....- ella comenzó con voz vacilante. -Si desaparezco para siempre, podrías... ¿podrías hacerle saber que lo amo? No se lo he dicho, y no quiero que piense que no me importa... -No, Annwyl- dije suavemente, y ella levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos. -No voy a decirle nada. Vas a decírselo tu misma. No te rindas antes de incluso de empezar .-Ella parpadeó y arrugo la frente, como si nunca hubiera pensado en eso. Antes de que pudiera responder, sonó el teléfono, en la pantalla destello el nombre de Kenzie. Me metí en la sala para responderla. -Bueno, está todo listo.- dijo Kenzie cuando conteste. -Toda la familia está dispuesta a ir. Papá contrató un coche para nosotros y todo eso. -Kenzie.. -Ah, y tengo la dirección del hotel donde nos vamos a quedar. -Kenzie ... no quiero que vengas conmigo al mercado duende. Una larga pausa en el otro extremo. Tragué saliva y me preparé.-¿Vamos a empezar de nuevo, tipo duro?-La voz de Kenzie era tranquila, pero podía oír la furia debajo de ella. -¿Vas a decir de nuevo que es peligroso? Creo que ya te oí la primera vez. ¿O vas a decirme que no quieres que valla a Nueva Orleans contigo? -Me mordí el labio. Puede retractarte, Ethan. Ella te está dando la oportunidad de hacerlo. Esto no va a ir bien si no te retractas. ¡Abortar! ¡Abortar! Endureci mis sentimientos. No, esto era necesario. El mercado goblin era peligroso, lleno de feys expertos en engañar y dispuestos a robarte tu propio corazón si pudieran. No sólo eso, ahora un hada asesino estaba merodeando alrededor, y eso era espeluznante ¿Acaso olvide donde había terminado mi novia? Kenzie me había seguido en el Nunca Jamás y terminó en el hospital, por eso. Ella todavía estaba gravemente enferma. Esto era lo mejor. Incluso si ella no estaba de acuerdo, incluso si ella me odiaba por esto, quería que ella estuviera a salvo. -No, yo no quiero que vengas.-La oí tomar una respiración rápida, como si no fuera una respuesta nítida. -¿Y todos los planes que hicimos?- Preguntó con una voz demasiado tranquila. -¿Ponernos de acuerdo para reunirnos en Nueva Orleans? ¿Buscar el mercado juntos? ¿Convencer a mi padre para llevar a toda mi familia de vacaciones, para no poder encontrarnos allí? ¿Esto no significa nada para ti?-Podía sentir su ira a través de la línea telefónica y sabía que estaba en un terreno peligroso, pero aún estaba pegado a mis convicciones. -Kenzie, estás enferma. Acabas de salir del hospital. Si vamos al mercado goblin y algo te sucede, tu padre me matará. No es que no quiera verte, -continué, tratando de sonar razonable. -Sólo estoy tratando de mantenerlos fuera de toda esta locura. Si te lesionas de nuevo, nunca me lo perdonaré.- Hice una pausa, y luego añadí el último clavo al ataúd. -No quiero que me sigas allá. Quédate con tu familia. -Por favor, dime que no estás haciendo esto.- Su voz se quebró un poco, haciéndome hacer una mueca de dolor. -Después de todo... sobre tiempo prestado y con ganas de vivir mi vida, por favor, dime que no me vas a ignorar que al igual que todos los demás. -Lo siento. -Está bien.- Sus palabras sonaron rígidas, frías y enviaron una lanza de fuego a través de mi estómago. -Si no me quieres allí, Ethan, está bien.- Un pequeño sollozo se hizo eco a través del receptor, peor que si me hubiera gritado o maldecido. -Supongo que estaba equivocada acerca de ti. Tú eres como todos los demás. -Kenzie ...-Ella colgó.Bajé mi brazo, sin saber exactamente lo que sentía, ademas de una profunda tristeza. Vagando a mi habitación, vi que Annwyl se había quedado dormida en mi cama, con el pelo derramándose en oleadas sobre mi almohada. Incapaz de relajarme, me senté en mi silla de la computadora y abrí mi portátil, pero no hice nada con ella. Me senté allí y miré distraída mente la pantalla, repitiendo las últimas palabras de Kenzie y otra vez, y preguntándome si acababa de sabotear todo lo que tenía con ella tenia alguna posibilidad de reparación.



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