17 de agosto de 2015

Capitulo 4 The Iron Traitor (Español)

CAPÍTULO CUATRO: LA ÚLTIMA NOCHE NORMAL

Traducido por : Vale A.
Publicado por: Ary Winter
                                      
Al día siguiente, en la escuela estaba todo sin incidentes. Aparqué cerca el edificio de la escuela, justo fuera de la ventana del despacho del director, para evitar nuevas emboscadas en el estacionamiento. Camine con la cabeza agachada durante toda la jornada de clase, sólo la levantaba cuando el personal docente hablaba. No hice caso de los susurros constantes que se arrojaban en mi dirección cuando caminaba por los pasillos. La rutina normal. Cuando el almuerzo se llevó a cabo, me dirigía a mi rincón de soledad favorito. Mi teléfono vibró. Tenía un mensaje de texto. "Adivina quién tiene un teléfono nuevo, YO." Sonrío, voy afuera y llamó al nuevo número que aparece en pantalla. -Espero que estés en el almuerzo en este momento,- dijo Kenzie a modo de saludo, -y que no estés faltando a clases solo para hablar conmigo. -En realidad, me estoy tomando un descanso entre mi rutina de robo de automóviles.-le contesté, haciéndola reír. Sonreí ante el sonido de su voz.-¿Dónde estás? -Casa. -Ella da un pequeño suspiro. -Limpiando mi bandeja de entrada. Es aburrido. Deseo estar en la escuela en este momento. Mi instinto se revolvió. -¿Dónde está tu padre? -Oh, no te preocupes.-Su voz se volvió desafiante. - Él esta en algún lugar importante, fuera de la ciudad para acordar reuniones y no volverá hasta mañana. -resopla.- No lo puedo creer, me decía que tenía que mantenerme alejado de ti. Que sueñe con que eso va a pasar. Se propaga el miedo a través de mí. -Entonces, ¿qué hacemos ahora? -Bueno...- Ella respiro y luego continuó con una voz extrañamente vacilante. -Bailarle a la vida. Alex tiene un partido de voleibol esta noche, y mi madrastra ya prometió que iría. Nadie va a estar en casa si pasas a recogerme. Digamos que, en algún momento entre cinco y seis? Esto. Esto es todo el asunto novio. Recogerla, llevarla a cenar. Cosas normales pasando afuera. Así que , ¿por qué de repente estaba aterrorizado? -Te recogeré a las seis.- me oí decir en una voz que sonaba perfectamente tranquila, un marcado contraste con el lío que tenia dentro. -¿Hay algún lugar al que quieras ir? ¿Una película que quieres ver...? ¿Cualquier cosa que me de una pista de lo que se supone que debo hacer? Oí su amarga risa sin verla. -A cualquier lugar. Tener escuela el resto del día era una causa perdida. No podía concentrarme en ninguna de mis clases, no podía pensar en nada en absoluto, excepto la llegada de la noche. Sin embaro, no estaba tan distraído para no darme cuenta de Brian Kingston mirándome en los pasillos con sus dos compinches a la espalda. Afortunadamente, no intentó una repetición del día anterior. Sentí un pequeño placer vengativo sabiendo que le había pateado el culo ayer y ademas salirme con la mía , pero no era una buena idea tentar a la suerte. Al menos ahora sabía que no podía ser objeto de abuso como un perro callejero, pero conociéndolo, la próxima vez estaría frente a todo el equipo de fútbol. Me fui a casa, navegué en línea, intenté hacer mi tarea y mire el reloj cada tres minutos como un loco, maldiciendo para que fuera más rápido. Cuando la tarde se llevó a cabo, me duché, me cambié a mi "mejor" ropa sin rajaduras, con los pantalones vaqueros y una camisa que no gritaba "soy un matón". Me dejó caer en el sofá del salón con la televisión encendida para esperar a los últimos minutos. -Voy a salir,- anuncié cuando el reloj finalmente dio las cinco y media. Rebotando en posición vertical, apagué la pantalla, ni siquiera recordando lo que había estado observando. Mamá no estaba en la habitación, y yo levanté la voz para gritar por el pasillo. -Voy a estar de vuelta en un par de horas. No espere por mí. -Ethan- Mamá llamo cuando cogía mi chaqueta del respaldo del sofá y me dirigía a la puerta. Su rostro era sospechoso cuando salió de la cocina, mirando mi ropa y las llaves en mi mano. -No es el karate esta noche, y en el hospital las horas de visita ya deben haber pasado.¿Adónde vas? Ahogué un suspiro. -Tengo una cita.-dije simplemente. Las cejas de mamá se dispararon hacia arriba.-¿Una cita?- Repitió, como si no pudiera creerlo. -Sí. Con una chica de verdad y todo. Yo esperaba que ella me preguntara a dónde íbamos o por lo menos avisarme de tener cuidado. Pero inesperadamente, una sonrisa se dibujó en su rostro, casi como si estuviera... aliviada. Aliviada de que yo, al fin, estaba actuando como un adolescente normal. O eso, y me encogí ante este pensamiento de mi finalmente "haciendo amigos". Cualquiera que sea la razón, era agradable verla feliz de mi, por una vez, a pesar de que esto no era tan normal como se pensaba. -¿Dónde la conociste?- Mamá preguntó con entusiasmo, y me ahogó en un gemido.- ¿En tu nueva escuela? ¿Tiene clases juntos? ¿Cómo se llama? -Mamá, voy a llegar tarde.- le dije, retrocediendo. -Voy recogerla ahora. Volveré antes de las once. -Ethan. Impaciente, me volví en el marco de la puerta. ¿Y ahora qué? Mamá todavía llevaba esa débil sonrisa de alivio. - A media noche.- dijo ella, me chocante. -El toque de queda es a la medianoche. Parpadeé, asombrado, yo no iba a cuestionarlo. Con una sonrisa rápida, Asentí y dejé que el golpe de la puerta se cerrara detrás de mí. Esta noche va a ser normal, me dije mientras me subía a mi camioneta. Una noche normal con mi novia, sin rarezas o locuras permitidas. Sin embargo, cuando estaba saliendo del camino de entrada, ví un atisbo de movimiento en mi espejo lateral, una sombra que se movía a través de los árboles detrás de mi casa. La silueta de un hombre alto, imposiblemente delgado y pausado en el espacio entre los troncos, con sus ojos brillantes fijados en mí. Paré el camión, volviendo a mirar, pero no había nada allí. Murmuré una maldición. Esto no era nada nuevo. Yo había estado viendo las cosas que se mueven toda mi vida: siluetas de los árboles, las sombras en las esquinas de mis ojos, breves destellos de cosas en espejos, puertas y reflexiones. Ese era el mundo de las hadas, y que o bien me acostumbraba a ella o se convertiría en un fenómeno neurótico. Ellos seguían asechando alrededor de mi casa a pesar de todos los encantos anti-fey que había colocado en el interior y alrededor de la propiedad. Y realmente me hubiera gustado que dejaran de aparecer en los peores momentos posibles. Lo Que Sea. No voy a preocuparme por los fey esta noche. No podían entrar en la casa, mamá no iba a ninguna parte, y papá no estaría en casa por el trabajo hasta la madrugada. Esta noche, tenía una cita con Mackenzie St. James, y no me la iba a perder. El fey maldito sólo podría ir molestar a otra persona por una vez. Poniendo mi camioneta en la calle, metí todos los pensamientos de plagas invisibles de mi mente y me lance calle abajo. Me cruce con una mayor edad del barrio alto y con enormes árboles que se elevaban sobre ambos lados de la carretera, hasta que encontré la dirección correcta. -¿Estás bromeando?-Miré por el camino circular, a la enorme mansión en la parte superior de la escalera. No sé mucho de las casas, pero esto parecía un castillo de la época victoriana, con columnas de piedra y una torre redonda que se eleva sobre un patio perfectamente ajardinado. -Sí, esto no es intimidan te en lo absoluto. Sentí extraño aparcar mi viejo camión detrás del Audi de plata en el camino de entrada, y aún más incómodo caminar por el sendero iluminado hasta las puertas dobles que se asomaban en la parte superior de la escalera. Este lugar probablemente tenía un montón de seguridad y cámaras, todas fijadas en mí, en este momento. Me pregunté si un guardia de seguridad llamaría automáticamente a la policía si me ve subiendo las escaleras, una sombra que acecha definitivamente fuera de lugar. Las enormes puertas tenían un cabeza de león aldaba de bronce y un timbre, pero opte solo por un golpe en la madera pulida. Un gran ladrido hizo eco desde el interior, haciéndome una mueca de dolor. De repente tuve una visión de mí mismo tirado en el césped, con dos Rottweilers gruñendo sobre mis talones. Sin siquiera un chillido, una de las puertas se abrieron. Y allí estaba Kenzie, sonriéndome. Llevaba unos vaqueros negros ajustados, un suéter verde, y las rayas azules de neón en su cabello se había vuelto, más brillantes que antes. Estaba hermosa, sonriente y no como en esa cama de hospital cruda, pálida y frágil. Mi estómago se destrenzo y mis músculos se relajaron, como si de repente todo estuviera bien. A continuación, una peluda cabeza masiva empujó su camino más allá de las piernas de Kenzie y se abalanzó sobre mí y haciéndome dar un salto hacia atrás con un grito. -Oh, Tiny. No. -Kenzie agarró el cuello de la cosa, arrastrándolo hacia el interior. -Perro malo. ¡Siéntate! ¡Quieto! El animal enorme negro jadeó y se dejó caer en una sentada. Kenzie se volvió con una sonrisa avergonzada, se saco el flequillo de sus ojos. -Lo siento.- dijo ella, maniobrando alrededor del perro para cerrar la puerta. -Él no muerde. Es amigable. La peor que haría seria echar baba en tus pantalones. Es bueno en eso. -¿Sí?- Al verla así, brillante y animosa, despertó algo dentro de mí. Esta era la Kenzie que yo conocía, la chica que había entrado en el Nunca Jamás conmigo, que había visto la realidad de mi mundo jodido y no me había dejado. Tuve el impulso de tomarla entre mis brazos y besarla hasta que los dos quedáramos sin aliento, pero no quiero hacer eso aquí, en su puerta, mientras que cualquier número de cámaras podría apuntar hacia nosotros. Me pregunté si su padre haría cumplir sus amenazas si me veía más tarde en la grabación de seguridad. -¿Lista para ir?- Le pregunté en su lugar, y ella asintió vigorosamente. -Dios, sí. Sácame de aquí. Entre el apogeo de mi madrastra y Alex siendo adicional mente pegajosa, necesito el aire. Nos apresuramos por el camino. Seguí de cerca a la puerta, esperando a que el padre de Kenzie apareciera en cualquier momento. Por una vez, la suerte estaba de mi lado y todo quedó vacío, aunque todavía quería salir tan rápido como pudiéramos. -¿Seguro que estás bien con esto?- Le pregunté mientras me deslizaba en el asiento del conductor. -No es que yo no quiera dejar de verte, pero realmente me gustaría evitar ir a la cárcel si puedo evitarlo. Y yo no quiero que te metas en problemas con tu papá por mi culpa. -No va a hacer nada.- Kenzie cerró la puerta con un poco más de fuerza de la necesaria. -No dejes que su actuación de gamberro te engañe. Se va a acabar pronto. En realidad, él sólo esta avergonzado de que su impecable hija mayor haya huido. Ahora la imagen de nuestra "familia perfecta" está empañada, y está tratando de salvar la cara con toda su postura. Confía en mí. -Ella negó con la cabeza, mirando por la ventana lateral. -No le importa lo que yo haga. No por mucho tiempo. Giré la llave y no dije nada. Reconocí que la ira y el dolor velado en la voz de Kenzie. Pensar que algunos que te amaban te habían abandonado, que ya no les importabas nada ... yo sabía que no se sentía demasiado bien. La llevé a un buen restaurante, nada lujoso, pero no de comida rápida, o algo parecido. Nos sentamos en una cabina, comimos y hablamos de cosas normales de la vida real: la escuela, los profesores y los compañeros de clase, manteniendo fuera deliberadamente palabras como las hadas y el Nunca Jamás. A lo largo de la conversación, me enteré de que había un rumor que circula sobre mí en la escuela, que había conocido a Brian Kingston en el estacionamiento y le había dado patadas hasta mierda, ah y que ahora las chicas me veían como un potencial amoroso. Genial. Eso iba a hacer maravillas para mi expediente, por no hablar de mi reputación. Y sabiendo como era Kingston, él tomaría el rumor muy personal y se buscaría igualar el marcador. Al menos Kenzie parecía divertida, con eso de que algunas de las chicas ahora me veían como el chico malo peligroso para domar. De hecho, Chelsea le había llamado a su casa ese mismo día para preguntar si ella me llevaría a una fiesta que había el fin de semana. -¿Así que le doy una "paliza" a el mariscal de campo, y ahora la gente quiere salir conmigo?-Le pregunté con incredulidad, mirando como Kenzie terminaba el último de los brownie de chocolate que nos habíamos servido para el postre. -¿Qué está mal con las chicas? ¿Me domestican? ¿Como si fuera una especie de caballo salvaje? Kenzie rió. -Debe ser por el encanto de chico malo,- dijo ella, dejando su cuchara. -Sabes, te ven como un hombre misterioso, roto y peligroso. Ellas quieren ser las que te reparen. -Sí, bueno. Mis problemas son demasiado grandes para que cualquiera los pueda "reparar".-Le entregué a la camarera el dinero cuando ella trajo en la cuenta. -Y una de esas chicas huiría gritando si vieran lo que tengo que vivir todos los días. Kenzie asintió con simpatía, y me di cuenta que me había apartado del territorio "no-normal". A través de la mesa, tomé sus manos. -Además, van a estar perdiendo el tiempo-, le dije, pasando mi pulgar a través de sus dedos. -Ya me están "domesticando". Y al parecer, me convertí en un gran tonto enamorado. Pero no me importa. La brillante sonrisa de Kenzie hace que todo valga la pena. *** Fuimos al cine, y me senté con Kenzie en la fila de atrás, sintiendo su cabeza en mi hombro y tratando desesperad amente de comportarme. Yo no era un mojigato; sabía lo que se hacia en los asientos traseros del teatro, pero esta era nuestra primera cita. No sólo eso, esta es mi primera cita con alguien con quien realmente quiero estar y no quiero arruinarlo. Así que me obligué a estar contento con mi brazo alrededor de sus hombros y su delgada mano en mi rodilla, a pesar de que me estaba volviendo loco. Cuando dieron los créditos finales, nos levantamos y seguimos a el resto de la gente fuera del teatro. En el estacionamiento, no podía soportarlo más. Cuando Kenzie caminó a su lado de la camioneta, le enganche un brazo por la cintura, atraiéndola hacia mí. Ella no se resistió, se acerco, presionando su cuerpo al mío. Apoyándola en el capo, enredé mis dedos en su pelo sedoso, y sus brazos formaron un lazo alrededor de mi cuello mientras miraba hacia mí. Mi corazón latía con fuerza. Todavía estaba encontrando difícil creer que esta hermosa chica fuese mía. ¿Qué le podía ofrecer yo, en realidad? Esta noche fue la noche más normal, que había tenido en mucho tiempo, pero no podía durar para siempre. Tarde o temprano, Ellos me encontrarían de nuevo. -Te ves preocupado, chico difícil.-Sus dedos rozaron la nuca de mi cuello, haciéndome temblar. -Te has vuelto todo tieso y serio. ¿Qué pasa? ¿Te estás arrepintiendo de esto ya? Parpadeé y arrugue mi frente, mirándola. -No.- le dije, aliviando la preocupación en sus ojos. -Honestamente, si alguien debe lamentar esto, eres tú.- Ella inclinó la cabeza con confusión, y suspiré. -Sabes que lo normal no es ... normal para mí, ¿verdad? Kenzie sonrió. -Cuento con ello. -Mackenzie, hablo en serio. -Lo sé. -Esto no es un juego. Mientras tu andes alrededor de mí, tu vida va a ser muy jodida. Sus fríos dedos tocaron mis labios, para silenciarme. -¿Confías en mí, Ethan? Más que en nadie. -Sí. -Entonces creo que yo quiero estar aquí, contigo. No a causa de ellos, no porque tenga la vista o porque estoy enferma ni nada de eso. Estoy aquí porque... -Ella vaciló, y contuve la respiración. -Porque me haces sentir como si nada en mi vida que estuviera mal. Porque me tratas como a una persona real, y yo necesito esto en este momento. Tragué saliva. -¿Es esa la única razón? Se sonrojó ligeramente, pero sus labios se curvaron hacia arriba. -Oh, está bien. Y debido a que eres muy lindo, también. Bueno, ¿qué había estado esperando? Esto era todavía muy nuevo, para nosotros dos. -¿Lindo?Entrecerré los ojos. -Los gatitos son lindos. Las cabras bebés son lindas. Yo soy la fiera peligrosa que necesita ser domada, ¿recuerdas? -Lo bueno es que estoy preparada para el desafío.- Kenzie no pierder el ritmo. -Sabía que esas clases de adiestramiento de perros sería muy útil para algo, algún día. Me reí, sacudiendo la cabeza en la derrota, y la atraje hacia mí. -Dame un beso-, le dije. Y lo hizo, alzándose de puntillas para cepillar sus labios con los míos. Cerré los ojos, olvidándome de las hadas, la vista, el Nunca Jamás, todo sobre ello por el momento, y me perdí en ella. -¡Oh Dios mío! Kenzie se apartó, y los dos volvimos la cabeza hacia la voz chillona conmocionado. Un grupo de adolescentes de pie a unos metros de distancia, se abrían paso hacia nosotros sobre el pavimento. Reconocí a un amigo rubio de Kenzie, Regan, otra animadora cuyo nombre no recuerdo y a el Rey del fútbol, el gorila, Brian Kingston. Parecía que me estaba a punto de estallar un vaso sanguíneo. Si él me había odiado antes, ahora me debía querer matar. Nuestra pequeña riña en el estacionamiento no le había enfriado lo suficiente y se notaba que estaba listo para la segunda ronda. También estaba otro tipo de anchos hombros de pie entre la multitud detrás de él, pero nunca lo había visto antes. Aún así, si Kingston decidia llevarme a cabo aquí y ahora, con mucho gusto iba a participar. Al infierno con él. Sonreí y seguí con mis brazos firmemente alrededor de la cintura de Kenzie. Kenzie, al parecer, no tenía ninguna intención de moverse, tampoco. -Hey.-dijo ella, sonriendo al grupo de adolescentes aturdidos, con el brazo casualmente alrededor de mi cuello. -¿Qué se traen entre manos? -Kenzie.- la otra animadora tartamudeó, sus ojos muy abiertos y parpadeando. -Escuché que estabas fuera del hospital, pero...- Su mirada se desvió hacia mí y se desvió igual de rápido. -¿Estas ... con él ahora? Kenzie se encogió de hombros. -Es de la forma en que se ve. -¿Con este gilipollas que te arrastró hasta Nueva York sin decirle a nadie?-Kingston añadió, dando un paso amenazador hacia adelante. Me tensé cuando se acercó, alentado por su amigo y el público de animadoras con los ojos abiertos. -¿El pedazo de mierda que te puso en el hospital? -¡Hey!- Kenzie se volvió y salió de mis brazos para enfrentar el mariscal de campo, cerrándole el paso hacia mí. Él parpadeó y se tambaleó a un alto mientras miraba hacia él. -Retrocede, Brian. Esta es mi decisión. Y será mejor que no le des mas problemas en la escuela, o voy a estar muy enojado contigo. Kingston me miró por encima de su cabeza, sus labios se curvaron en una mueca de desprecio. -Así que, ¿vas a esconder detrás de la chica de ahora en adelante, monstruo? ¿La dejaras luchar tus batallas por ti?

Me adelante un paso y el mariscal de campo se puso rígido. La ira hizo que mis pulmones se quemaran, y respire lentamente para refrescarse. Kingston se mantuvo de pie, hinchó el pecho, se atrevio a dar un paso adelante. Golpearle el culo en el suelo no era suficiente, al parecer. Él quería una pelea de verdad, con puños y golpes y mandíbulas rotas, y yo estaba a punto de aceptarlo. Hacerle saber que esta peligrosa reputación mía no es sólo palabras. Había practicado kali durante años. Había luchado con cosas mil veces más desagradables que él y sus matones. Había matado antes. Tomado mi espada, enterrarla en el pecho de un hada, observarla retorcerse hasta la nada. No es lo mismo que matar a un ser humano, pero yo había tomado la vida de otra criatura, y ese tipo de cosas que te cambia para siempre. Sería tan fácil; no estábamos en la escuela ahora, el aparcamiento estaba oscuro y casi desierto. Nadie me detendría si yo metía la cara de Brian Kingston en el pavimento y comenzara a pisotearla. Tal vez entonces finalmente me dejaria en paz. Pero eso no sería más que otro punto negro en mi disco. Si pongo Kingston en el hospital, podría ser expulsado. A mis padres no les gustaría, mi instructor kali sería infeliz... y Kenzie sería infelice. Y en este momento, su opinión significaba más para mí de lo que que querían mis puños. -Vamonos de aquí- le dije en su lugar. Ella miró a Brian un momento más, luego asintió. -Sí.-ella estuvo de acuerdo, retrocediendo. -Se está comportando como estúpido aquí para mi gusto. Él le dirigió una mirada herida mientras caminaba hacia el lado del pasajero de mi camioneta. -Mac, vamos. Sólo te estoy cuidando. No te puedes tomar en serio ese perdedor. Cerró la puerta y bajó la ventanilla cuando me deslicé en el asiento del conductor. -No es asunto tuyo, Brian."-dijo cuando giré la llave y el camión gruño, devuelta a la vida. -¡Sólo te está usando, Mac! Lo sabes, ¿verdad? Ella lo miró con fiereza mientras retrocedíamos. Las chicas todavía nos miraban con los ojos abiertos, pero el mariscal de campo siguio el camión por unos pasos, y Kenzie asomó la cabeza por la ventana. -Sí, bueno, al menos no me llama Mac mientras mi insulta!-Le espetó y subió la ventanilla, ignorando sus protestas. Pisoteó en el pedal y vamos fuera de la zona de aparcamiento, dejándolo de pie en una nube de humo negro y de escape. Me tiemblan las manos. Agarré el volante y miró a la carretera, tratando de calmarme. Era consciente de Kenzie mirándome, y la humillación se encendió para unirse a la ira. Debería haber dicho algo, cualquier cosa. Debí haberme defendido a mí mismo, o al menos a mi novia. En su lugar, deje hablar al atleta de fútbol con Kenzie como lo había hecho y luego me alejé como un pelele. -Lo hiciste bien chico, duro.- dijo en voz baja Kenzie, sorprendiéndome. La miré a , y ella me ofreció una sonrisa irónica. -No te preocupes, sé que eres un tipo duro. No tienes que demostrarme nada a mí. Me doy cuenta de que podría haberle perforado los dientes a la estúpida cabeza de Brian si querías. Si viera la mitad de las cosas que vimos, se haria pis sus pantalones. El nudo de furia aflojó un poco, y le di una media sonrisa. -Sabes que van a hablar de nosotros.- le dije mientras su mano cálida se posaba en mi rodilla. -Esto lo va a saber toda la escuela mañana. -Dejemos que hablen.- Kenzie se encogió de hombros. -No es como si mi vida no estuviera bajo el escrutinio constante, siempre .- Ella resopló y miró por la ventana, con oscuridad en la cara. -Todo el mundo piensa que sabe qué es lo mejor para mí.- murmuró. -Me gustaría que sólo me dejaran vivir mi vida. Un nudo se instaló en mi estómago. Tragué lo último de mi ira y miré el reloj. -Todavía es muy temprano,- le dije, decidido a salvar el resto de la noche. -¿Hay algún lugar que quieras ir? -Um, en realidad...-Kenzie me dio una mirada de reojo, de repente tímida. -Me preguntaba si podríamos ir a tu casa por un rato. -¿Mi casa?- Mi estómago se retorció ante la idea de ella en mi habitación, pero traté de sonar casual. -Supongo. Aunque no es nada especial, y mi mamá va a estar en casa. -Eso está bien. -Sus dedos tamborileaban mi rodilla. -Es sólo que no quiero ir a casa todavía, y me gustaría ver donde vives tú, si eso está bien. Yo la miré con recelo. Habíamos evitado prácticamente hablando de las partes no-normales de mi vida hasta ahora, pero Kenzie y yo estábamos lejos de ser normal, y traerla a mi casa sólo lo demostraría. -Es posible que veas a algunos de ellos merodeando por el patio.- le advertí, no me gustaba la forma en que sus ojos se iluminaron. -Hay un par de piskies que vienen por cada cierto tiempo, y un brownie se muestra de vez en cuando, con la esperanza de que lo dejé entrar en la casa. No son peligrosos, pero es mejor si no hablas con ellos. No les da ninguna atención, o sino te comenzaran a molestar todo el tiempo. -Hice una pausa, corriendo a través de la lista de salas en y alrededor de mi propiedad, me preguntaba si esto era una buena idea después de todo. -Además, si ves algo raro, como un montón de plantas atadas en el árbol o una línea de sal a través de las ventanas, no los toques. Son hechizos protectores para mantener alejados a los huéspedes no deseados. Y no le digas nada de ellos a mi mamá. Ella sabe de las hadas, pero no puede verlos como yo. -Exhalé, mirando a través del parabrisas. -Y realmente, ella prefería fingir que no existen. Kenzie asintió, comprensiva. -No voy a decir nada-, prometió. -Y no voy a mover ninguna de sus encantos anti-faery a no ser que lo me digas. ¿Algo más? -Una cosa más.- le dije, pensando que probablemente ya tenia que ponerla al tanto de las noticias. Realmente no quiero tocar el tema, pero Keirran es su amigo, también, y ella merecía saber lo que le había sucedido. -Se trata de Keirran. -¿Keirran?- Sus ojos se estrecharon un poco. -¿Está bien? -Hasta donde yo sé, si. Pero está perdido. Meghan llegó anoche y dijo que se ausentó sin permiso no mucho después de que nos fuimos a casa. Nadie sabe dónde está. Kenzie se puso seria. -¿Crees que esta con ... ella? La reina olvidada. Me encogí de hombros. -Espero que no. Ella guardó silencio hasta que llegamos a las calles familiares de mi barrio. No habían hadas en la acera en frente de mi casa o en los árboles de al lado. Vi a Kenzie en busca de ellos, el escaneo de los árboles y las ramas y las sombras oscuras de la yarda para fey invisible, pero estaba decepcionada. Por mi parte yo estaba aliviado. Me acordé de las hadas que había visto antes, ese breve destello de algo alto y delgado que está al acecho alrededor de la yarda. Llámame paranoico, pero eso no fue un piskie inofensivo. Fuera lo que fuera, no quería encontrarme con él de nuevo. Mamá estaba en el sofá viendo la televisión cuando llegamos, probablemente esperando por mí, y parecía completamente encantada cuando le presenté a Kenzie. Por supuesto, no podía imaginar a algún padre que no le gustace Kenzie; ella era linda, alegre, inteligente y sabía cómo manejarse a sí misma alrededor de los adultos. Yo era el que preocupaba: el matón de crianza, el busca pleitos peligroso. Todo lo que necesitaba era una motocicleta y un cigarrillo colgando de la boca para ser el peor niño de la pesadilla de todo padre. Finalmente me las arreglé para conseguir alejar a Kenzie de las preguntas incesantes de mamá, culpando toque de queda inexistente de Kenzie, y la conduje fuera de la cocina por el pasillo hasta mi habitación. -Lo siento.- dije una vez que estuvimos solos. -Esta es la primera vez que he traído a alguien a casa. Creo que mamá te estaba probando para ver si eras, de hecho, una persona real. -Está bien.- Kenzie sonrió. -Por lo menos tus padres realmente se interesan en lo que haces. Y tu mamá parece agradable. -Se detuvo al final del pasillo, delante de una puerta blanca con un clavo que sobresalía en la parte superior. -Así que ... esta es tu habitación? Entrecerré los ojos. -Sí.- dije, porque no todo estaba como lo había dejado. No se suponía que habia un de hierba Saint-JOHN'S sobre el clavo, un impedimento definitivo para las hadas que quieren entrar en mi habitación. El clavo estaba vacio, y mis padres sabía que no debían dejarla caer. También faltaban las de la manilla de mi puerta. Otra cosa que había quitado. Tomé la muñeca de Kenzie, tirando suavemente de ella detrás de mí. -Quédate atrás.- le advertí. -Algo está manipulado mi puerta, y podría estar allí ahora mismo.- Ojalá me hubiera quedado las espadas mi amo de kali me había dado, las hojas cortas gemelas que había utilizado en mi última batalla con los Olvidados, elaboradas especialmente por mis manos. Ni siquiera tenia mis palos de madera que eran de práctica. Estoy sin armas, aun que podría tomar un cuchillo de la cocina, pero no quiero hacerlo con mi mamá todavía allí fuera. Afortunadamente, puedo manejarme bastante bien con las manos vacías. Me mantuve entre Kenzie y la entrada, poco a poco di la vuelta la perilla hasta que se hizo clic, y luego se abrió la puerta hasta atrás. Había una chica sentada en mi cama. Una hermosa niña esbelta, con un vestido verde y blanco, con cabello largo y castaño que caía por su espalda. Las puntas de sus orejas puntiagudas se asomaban a través de las ondas brillantes, y sus grandes ojos verde musgo me miraron con solemnidad. -Annwyl.- respiré y Kenzie entro rápidamente por la puerta y la cerró detrás de nosotros. Al ver el hada de verano provocó una avalancha de aprehensión contra mis sobre tensiones con una venganza. Sólo había una razón por la que podría estar aquí, una única de las razones por las vendría. -¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué le ha pasado a Keirran?





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