25 de julio de 2015

The Iron Traitor Capitulo 2 (Español)

CAPÍTULO DOS: EL PADRE DE MACKENZIE

Traducido por: Vale A.
Publicado por: Ary Winter





Mi estómago cayó. -¿Ella está en el hospital?- Repetí mientras se propagaba miedo y terror a través de mis entrañas. Recordé algo que Kenzie me había dicho mientras estábamos en Faery, algo grande, oscuro y aterrador. -¿Por qué? -Tú dime-. Kingston apretó los puños. -Tú la pusiste allí. El dolor explota a través de mi costado derecho; uno de los otros deportistas me arremetió con un golpe en las costillas mientras estaba distraído. Doi un grito ahogado y me alejó tambaleándome, agachándome por debajo del gancho del otro a mi izquierda y levantando los puños en postura de boxeo ya que los tres vienen hacia mí. Kingston se balanceó brutalmente hacia mi cara; tiré mi cabeza atrás, dejando a los nudillos golpearlo, antes de lanzarme hacia a adelante con el cuerpo lo que hizo que se doblara hacia adelante con un gruñido. Al mismo tiempo, uno de sus amigos me martilló con su puño en mi desprotegida espalda. Me estremecí, absorbiendo el golpe, luego gire alrededor de Kingston para usarlo como un escudo. Él gruñó y devolvió con un codazo, tratando de golpearme en la cara. Agarro su brazo, lo giró en un círculo y lo lanzo hacia su amigo. Ambos chocan y ruedan en el concreto, el último atleta se estrella contra mí por detrás, me envuelve en un abrazo de oso, sujetando mis brazos. Giro la cabeza hacia atrás, dándole un golpe con mi cráneo en su nariz y gritando una maldición. Me di la espalda, levante mi pie hasta parte posterior de su rodilla y tiré hacia abajo sus hombros. Él golpea el pavimento expulsando todo el aire de sus pulmones, y se queda allí aturdido. Pero los otros dos ya estan de pie, con mirada homicida, y yo, la verdad no quiero quedarme más tiempo aquí. Rompo con la lucha, me precipito a mi camioneta y cierro la puerta. Kingston se acerca y golpea con su puño la ventana mientras arranco, mirándome con la palabra "asesinato" escrita en sus ojos. Una pequeña fisura aparece donde el nudillo golpeó el cristal, pero por suerte nada más. Maniobre el vehículo alrededor de los deportistas y huí del aparcamiento. Mi telefono se tomó unos minutos en encontrar el hospital más cercano a la casa de Kenzie, y me llevó allí inmediatamente. Se suponía que debía ir directamente a casa después de la escuela, y probablemente debería entender que mis padres estaban todavía preocupados por mi viaje a Nunca Jamás, pero lo único que podía pensar era en Mackenzie. Y ¿cómo yo era la razón por la que fue hospitalizada? Tal vez no directamente, pero aun así fue ciertamente mi culpa. Kenzie tenía leucemia, un tipo agresivo de cáncer que afecta a las células sanguíneas. Ella me lo había dicho cuando nos quedamos atrapados en el Nunca Jamás, y el pronóstico no era muy esperanzador. Esa fue la razón principal por la que la había querido a la vista y por qué ella quería quedarse en País de las Hadas. No sabía cuánto tiempo tenía, y quería ver todo lo que pudiera. Su enfermedad también la hizo relativamente sin miedo y mucho más atrevida de lo que debería haber sido. Incluso cuando se le ofreció la oportunidad de volver a casa, se había negado a abandonarme, pagándoselo con combates de espada, secuestros y las experiencias cercanas a la muerte, pisoteando desde un extremo de Nunca Jamás al otro, mientras esquivábamos a las hadas olvidadas y a otras cosas que querían comernos. Y ahora ella estaba en el hospital. Había sido demasiado. Todo finalmente había sido demasiado para ella, y todo por mí. Si nunca la hubiera llevado al País de las Hadas, ella estaría bien. Entré en el aparcamiento lleno de gente y me senté allí, contemplando el gran edificio cuadrado a la distancia. Una parte de mí, la parte que se había retirado de todo el mundo, la parte que mantuvo a otras personas con el brazo extendido para mantenerlos a salvo de las hadas, me dijo que no fuera allí. Ya había cagado la vida de Mackenzie arrastrándola en el mundo oculto, lo que es mejor y más seguro para ella, sería quedarse muy, muy lejos de mí. Pero no puedo. Ya le había prometido que no volvería a desaparecer, y honestamente, no quiero. Kenzie tenía la vista ahora, igual que yo, lo que significaba que los fey se sentirían atraídos por ella. Y no había manera de dejar que se enfrentara a ellos sola. Además, ella nunca me dejaría salirme con la mía. Crucé el aparcamiento y entré en el hospital. En la búsqueda de una sala de espera llena de gente aburrida, solemne y con cara de susto. Haciendo caso omiso de ellos, me acerqué al mostrador de recepción, donde una enfermera de pelo muy rizado estaba sentada detrás del mostrador, hablando con un policía. Mi corazón saltó un poco. Me puse a observar al oficial desde un rincón poco visible. No hay ninguna necesidad de estar nervioso, me dije mientras la enfermera se reía de algo que había dicho el policía. No estoy en problemas. No he hecho nada malo. Pero también había tenido mi ración de hablar con los policías para el día, y no estaba ganando ningún premio de honrado ciudadano con mi apariencia. Podría acercarme, pero no valía la pena el riesgo o la molestia. Me quedé atrás en la esquina hasta que el policía finalmente se fue, luego me acerco al escritorio. -Disculpe-, dije mientras la recepcionista levantaba la mirada y me la pasaba arriba y abajo desde detrás de sus gafas. -Estoy aquí para ver a una amiga mía. ¿Me puedes decir en que habitación esta Kenzie St. James? La enfermera me da una mirada dudosa. Puedo ver el estampado que debe ver en mi frente "gamberro" antes de que ella me informara, en voz de la cortesía tensa, -Las horas de visita están casi terminando. ¿Es usted un amigo de la familia, joven? -No-, le contesté. -Kenzie es una compañera mía. Vamos a la misma escuela. -Mmm-hmm.-Ella me da otra mirada escéptica, como si me interrogara si hasta fui a la escuela. Me enfadé. -Mira, sólo quiero verla por unos minutos. No voy a quedarme mucho tiempo. Sólo quiero asegurarme de que está bien. -La enfermera vaciló, y me obligué a decir con voz casi desesperada -Por favor. Ella frunció los labios. Por un segundo, pensé que se negaría, hasta pensé que llamaria a la policía de nuevo. Pero entonces me dio una breve inclinación de cabeza hacia el pasillo. -Muy bien. La Sra. St. James está en la habitación 301, a su izquierda. Sólo que sea breve. Aliviado, le di las gracias y me apresuré por el pasillo, comprobando el número al lado de cada marco de la puerta, pasando habitaciones idénticas llenas de camas y personas enfermas. Pase alrededor de un conserje y una mujer y una niña, quizás alrededor de nueve o diez años, salió de una de las habitaciones por delante de mí. Me hice a un lado para dejarlos pasar, sintiendo una sacudida de reconocimiento mientras caminaban sin mirarme. Reconocí a la mujer alta y rubia, con la niña que había visto antes. Ella había estado en una fotografía-llavero con Kenzie, ambas sonriendo a la cámara. La hermanastra de Mackenzie. Alec o Alex o algo por el estilo. Su cabello castaño oscuro estaba recogido en una coleta, y llevaba un uniforme escolar azul y blanco, se fue al lado de su madre, de regreso hacia la sala de espera. Observé hasta que se volvieron una esquina y desaparecieron, preguntándome si la hermana de Kenzie realmente sabía lo que le estaba sucediendo a su hermanastra. Cuando yo tenía su edad, no entendía por qué nunca volví a ver a mi hermana mayor; Sólo sabía que ella ya no estaba en casa, que ya no era parte de la familia, y la echaba de menos. Esperaba que la hermana de Kenzie nunca tuviera que pasar por eso, el dolor de saber que tenías una hermana, y luego, de repente, que ya no está más.

La puerta por la que habían salido brillaba con un resplandor azulado débil. Mire a escondidas la habitación 301. Tragué saliva. Contra la pared del fondo, Kenzie yacía en una cama de hospital blanca rodeada de máquinas que daban suaves pitidos. Su pelo negro se extendía a través de la almohada, y sus ojos estaban cerrados. Una mesa redonda rebosante de flores y globos de "ponte-bien-pronto" se cernía a su lado. La culpa me apuñaló, cruda y dolorosa, pero casi fue suprimida por el dolor de la preocupación que se extendió a través de mi pecho cuando la vi. Supe que nunca estuvo bien y aún así siempre andaba saltando de un lugar a otro, sonriente y alegre. Poder verla así, pálida, frágil e inmóvil, me llenaba de pavor. Entre en la habitación, me senté en el suelo a su lado de la cama, agarrando los rieles para no tocarla. Si ella estaba dormida, no quería despertarla, pero a medida que me acercaba a la cama, ella se movía. Sus ojos marrones oscuros abiertos, legañosos y confundidos, se centraron en mi cara. -¿Ethan? Forcé una sonrisa, pesar de que me encogí ante el sonido de su voz, tan débil y entrecortada. -Oye, tú,- dije, sonando un poco casual antes de desmayarme a mí mismo. -Lamento no haber podido estar aquí antes. No sabía que estabas en el hospital. Su pálida frente se arrugó. -Oh, mierda. Mi culpa. Teléfono estaba muerto cuando regresé.-Sus palabras estaban mal articuladas entre sí, ya sea por el cansancio o lo que sea de medicamentos que le estaban dando. -Iba a llamar cuando recobró, pero me enfermé. -No te preocupes por eso.- Arrastré una silla de la esquina y me senté al lado de ella, llegando a través de la barandilla para tomar su mano. -Estás bien? ¿Es ...? Mi voz se apagó, pero Kenzie negó con la cabeza. -Esto no es nada. Acabo de tomar algún virus desagradable o algo mientras estaba trotando por 'Nueva York'. Mi sistema inmune no es tan grande, así que... -Ella se encogió de hombros, pero eso no detuvo a la culpa que me embargo. Kenzie sonrió débilmente. -Debería estar fuera de aquí en un día o dos, al menos eso es lo que dicen los médicos. El alivio barrió a través de mí. Ella iba a estar bien. Kenzie estaría en casa pronto, y entonces podríamos volver a la "normalidad", o lo que sea pasado por ello conmigo. Quería probar el ser normal, dar lo mejor de mí al menos, y lo quería hacer con ella. Extendí la otra mano y le acaricié la mejilla, sintiendo su suave piel bajo mis dedos. Cerró los ojos, y le pregunte: -¿Qué dijo tu papá cuando volviste? Su ceño se frunció, y ella abrió los ojos de nuevo. -Él realmente tuvo el descaro de estar molesto porque yo no le llame. Dijo que tenía a la policía buscándome durante días, y estaba enojado porque yo nunca le decía dónde estaba. Él nunca se interesó en mi vida antes. ¿Por qué se molesta ahora? -Tal vez él estaba preocupado por ti-, le ofrecí. -Tal vez se dio cuenta de que cometió un error. Resoplo, insatisfecha. -¿Desaparezco por unos días y ahora él está interesado en ser papá? ¿Después de ignorarme durante años y no preocuparse por nada de lo que hacia? -Ella arrugó la nariz, la amargura coloreando su voz. -Demasiado poco y demasiado tarde, me temo. Ya no necesito de él cuidando por mí . No le respondí. Se necesitaría una gran cantidad de conversaciones, lágrimas y perdón por Kenzie y su padre para resolver sus diferencias y empezar a sanar viejas heridas, y yo no quiero ser ese mediador. No con mi propia familia jodida. Como si hubiera leído mi mente, Kenzie preguntó: -¿Qué hicieron y dijeron tus padres cuando volviste? ¿Fue muy loco? -No.- Me encogí de hombros. -Ellos ... más o menos tuvieron la visita de la Reina de Hierro antes de llegar a casa. Ella habló con ellos, les dijo dónde había estado y que no había sido mi culpa desaparecer. -¿Has hablado con Keirran despues Nueva York? ¿O con tu hermana? Negué con la cabeza, mi estado de ánimo se oscurecio ante la idea de Keirran y Meghan. -No. No creo que los vuelva a ver a cualquiera de ellos por un tiempo. -Estoy preocupado por él,- murmuró Kenzie, sonando como si estuviera luchando contra el sueño. -Él y Annwyl ambos. Espero que estén bien. Una enfermera se asomó a la habitación, me vio y frunció el ceño, tocando la muñeca. Asentí con la cabeza, y ella se escabullo. Me puse de pie, deseando no tener que irme tan pronto. -Me tengo que ir-, le dije mientras parpadeaba adormilada hacia mí. Me incline y rocé suavemente el pelo con su cara. -Voy a estar de vuelta mañana, ¿de acuerdo? Sus ojos se cerraron una vez más y pero no abrieron este momento. -¿Ethan? -¿Sí? -¿Traerás chocolate? La comida aquí es una mierda. Me rio en voz baja, me inclinó y la besó. Sólo un breve contacto, un pequeño roce de sus labios con los míos, y se hundió en las almohadas. Ya dormida. La mire otro latido de corazón, luego me volví y salí de la habitación. Me prometo volver tan pronto como pueda.

Cuando entré en la sala de espera, una sombra me empujó contra pared y se acercó a mí, bloqueando mi camino. Parpadeé y a un hombre alto, de pelo oscuro que se cernía sobre mí, con sus fríos ojos negros mirándome con recelo. Llevaba un traje de negocios que probablemente le costó más que mi camioneta, un gran Rolex en una muñeca y un aire de superioridad agresiva. Resaltaba en este corredor lleno de personas demacradas y arrugadas, con su altura, su limpieza y su impecable ropa sin ninguna arruga. Nos miramos el uno al otro, y entrecerré los ojos. No me gustaba la forma en que este hombre me miraba, como si yo fuera un perro callejero deambulando y no estaba seguro de si debía llamar a control de animales. Estaba a punto de empujarlo cuando sus labios se torcieron en una sonrisa fría y negó con la cabeza. -Tú- la voz del hombre no era fuerte, ni incluso hostil. Solo fría y pragmática. -Tú eres, ¿no es así? El muchacho que tomó a mi muy enferma hija lejos de su familia, su medicina, y sus doctores, para ir de juerga a Nueva York toda la semana. Oh, mierda. Tenían que estar bromeando. Este era el padre de Kenzie. El muy rico y muy poderoso padre abogado de Kenzie. El padre que, según admite la propia Kenzie, había tenido a toda la fuerza policial en busca de su hija desaparecida durante toda la semana. Estaba en problemas. No le respondí, y el papá de Kenzie continuo mirándome sin expresión. Su voz no cambió; todavía era perfectamente razonable, aunque sus ojos se volvieron acerados cuando dijo, -Explíquese usted mismo, por favor. Dígame por qué no debería presentar cargos en su contra por el secuestro. Me tragué el reto que estaba en la punta de mi lengua. La injusticia de todo quemó mi garganta. Él no estaba haciendo amenazas vanas. Yo había tratado con mi cuota de abogados, aunque eran todos defensores públicos, no del mismo calibre que el papá de Kenzie. Si decide presentar cargos en mi contra, habría poco de lo que podía hacer. Mi palabra no tenía ningún peso; si la policía se involucra, ¿A quién le iban a creer? ¿Al abogado rico o a el matón adolescente? Tomé una respiración profunda para enfriar mi enojo por lo que cuando hablé no soné como el bruto delincuente que pensó que era. -Kenzie quería ver Nueva York-, comencé con la voz más razonable que podía manejar. -Ella me pidió que la llevara. Fue una decisión de una fracción de segundo y probablemente no sea la cosa más inteligente que podría haber hecho, pero... -Me encogí de hombros sin poder hacer nada. -Deberíamos haber hablado con usted acerca de eso, y lo siento por eso. Pero ahora ya está hecho. Y usted puede tratar de mantenerme lejos, detenerme o lo que sea. Pero no voy a abandonar a Kenzie. Levantó una ceja escéptica, y me quise patear a mí mismo. Bien, Ethan. Mantente a la defensiva; esa es una buena manera de mantenerte fuera de la cárcel. Pero él seguía esperando con calma para que sugiera adelante, y las siguientes palabras que salieron de mi boca fueron la verdad absoluta. -Te lo juro, yo nunca haría nada para lastimara. No la habría llevado a ningún lugar si hubiera sabido que terminaría aquí. Él me miró con una expresión en blanco, sin dar ninguna pista de lo que estaba pensando. -Mackenzie habla muy bien de ti-, dijo. -Me dijo que mientras estaba en el Parque Central, usted luchó contra una banda de matones que intentaron hacerle daño. Ella nunca me ha mentido antes, así que no tengo ninguna razón para dudar de sus palabras. Pero creo que, aun así, debo pedirle que se mantenga alejado de mi hija. Parpadeé, sorprendido por su brusca tranquilidad, no estaba seguro de lo que acababa de oír. -¿Qué? -No se le permite ver a Mackenzie en cualquier lugar fuera de la escuela,-el señor St. James continuó, aún con esa voz fría y serena. -Tiene prohibido llamarla. No se le permite hablar con ella si puede evitarlo. Y si se le ve alrededor de nuestra casa, voy a llamar a la policía. ¿Entiendes, Chase? -No puede estar hablando en serio.- Me debatía entre la risa y las ganas de pegarle a este tipo en la mandíbula. -Usted no me puede prohibir ver a nadie. Y buena suerte en conseguir que Kenzie este de acuerdo con algo de eso. -Sí.- el padre de Kenzie estuvo de acuerdo. -Sé como es mi hija. Y sé que no puedo controlar lo que hace. Pero puedo hacer su vida muy miserable, Sr. Chase. Es por eso le pido, cortés mente, que se mantenga alejado de Mackenzie. Creo que los dos sabemos que no eres bueno para ella. Y creo que los dos sabemos que ella terminó aquí- hizo un gesto de nuevo a la puerta de Kenzie-, por ti . Eso me golpeó como un puñetazo en el estómago. Lo miré fijamente, incapaz de encontrar las palabras para defenderme o mostrarme en desacuerdo. El papá de Kenzie me miró un segundo más, luego se trasladó a un lado. -Se tiene que ir ahora.- dijo, con un toque de advertencia debajo del tono suave. Lo miré, entonces lo empuje mientras pasaba. Estuve tentado de decirle algo grosero, sólo para demostrar que no podía pedir nada más, pero tentar al destino ahora parecía una mala idea. No había nada que ganar esta noche. -Piense en lo que dije, Ethan Chase.- St. James añade mientras camino por el pasillo, silenciosamente echando humo. -Voy a proteger a mi hija a toda costa. No creo que usted pueda luchar en esto. Y si lo hace, usted perderá, y perderá mal. Camine hasta el estacionamiento sin mirar atrás. Vi a el policía de pie en la sala de espera de nuevo, y él podría haberme mirado mal, pero yo tenia la cabeza gacha. Tal vez el padre de Kenzie le había dicho algo a él antes de confrontarme ... yo no lo sé. Solo sé una cosa: que no había manera de que me impidieran ver a Kenzie. Mientras subía a mi camioneta y cerraba la puerta detrás de mí, mi teléfono sonó. Lo excavo fuera de mi bolsillo, y compruebo el número con una mueca de dolor. Mamá. Maldita sea, no le había llamado para decirle dónde estaba. Sintiéndome culpable, golpeó el botón de respuesta y me preparé para la explosión. -Hola, mamá. -¿Dónde estás?- Su voz frenética grita en mi oído. -¡Te dije que me llamaras si ibas a llegar tarde! -Um, sí, lo siento. Yo... eh, estoy en el hospital. -¿Qué? -Visitando a un amigo.- añadí. -Sólo estoy visitando a un amigo. Suelta un largo y tembloroso suspiro, del tipo que dio a entender que estaba conteniendo las lágrimas. -Vuelve a casa, Ethan. Ahora mismo. -Estoy en camino.- le contesté en voz baja, y ella colgó. Esperaba una conferencia cuando llegué a casa. Algo así como: "Sólo han pasado tres días desde que desapareciste en Faeryland durante una semana, ¿sabes lo preocupados que estábamos? Y además se suponía que debías llamar si ibas a llegar tarde." Ya sabes, los problemas normales. Sin embargo, cuando entré por la puerta principal, preparándome para un regaño, o gritos o el desagrado de los padres en general, no fue mamá quien se levantó del sofá del salón para saludarme. Fue Meghan.



Hasta aqui el primer capitulo1!!!!
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